UNA GUERRA SIN TESTIGOS? LUZ VERDE A UNA MATANZA… by @anwar_farran

Partí a Siria con más ganas que dinero. Antes de llegar a Damasco intenté que algún medio de comunicación financiara esta aventura periodística, pero la respuesta fue: “No! no nos interesa” Más de alguno dijo “ahí lo vemos, cuéntame qué tienes y te avisamos ”.
Eran malas noticias. Significa que si quieres filmar y escribir lo que está pasando en Pakistán, Siria o Palestina debes gastar de tu bolsillo y esperar que lo compren y publiquen. La verdad es que así funciona. Soy periodista Freelance, Llevo dos años cubriendo conflictos internacionales, los mismos que viviendo en España y en términos económicos, esta es una muy mala inversión.
A veces recuperas el dinero, a veces no. Pero siempre quedas con una gran experiencia clavada en el horizonte. Por eso lo hago, pienso que vale mucho más que los dólares que pagan por un reportaje. En eso estaba, pensando en aquello, cuando reservé el ticket del avión en una página de internet.

BCN/GIRONA/CHIPRE/BEIRUT: ESCALAS DEL TERROR

Salí del aeropuerto de Girona (Catalunya) a eso de las siete de la mañana. Mi primer destino: Chipre, en 5 horas. Luego 12 de espera, fue un horror! Una escala de tantas horas en las playas de Lárnaca puede ser una experiencia inolvidable. Pero si viajas con cámara de video, micrófonos, un computador, trípode, la ropa, tus zapatos y además estás solo: ufff! la cosa se pone bien fea. Lamenté no quedar en el aeropuerto en vez de andar dando vueltas como un gitano, pues se me hizo eterno el día de treinta y tantos grados en aquel país que, si miran bien el mapa, queda justo frente a Líbano.
Llegué ahí porque lo conseguí más barato! El primer boleto 120 Euros ida y vuelta en un low coast. Apenas pude acomodarme en la playa y envidiar la ropa ligera que llevaba el resto, cuando contemplé la ligazón irrefutable que existe entre Chipre y la cultura helénica. Si hasta griego hablan en este país donde comen queso blanco en vez del amarillo. Cuando la tarde se fue poniendo color naranja tomé mi mochila y caminé. Entré a un Mc Donalds en la parte moderna de la ciudad, pedí un menú de 5 euros y aproveché de gastar hasta la última gota de batería de mi Iphone usando what´s up con el free WI-FI que proveía el local.
Creo que nunca tardé tanto tiempo en tomar un vaso de coca cola. Rumbo al Aeropuerto y luego boarding gate!!! El próximo trayecto de no más de 20 minutos en avión me costó el doble de lo que pagué desde Barcelona por cruzar Europa de Punta a cabo. Pero qué más da, no alcancé a dormir ni un poco y ahí estaba yo. En el país de mis abuelos, en la tierra que soportó estoica la guerra civil, las metralletas y los balazos que se encajaron por más de 15 años árabes, judíos, musulmanes y cristianos. Ya estaba en Beirut. A pocos kilómetros del lugar que esta vez escogí para grabar y documentar.

LA PERLA DEL MEDIO ORIENTE

“¿Estás seguro que quieres ir a Siria? … el conflicto lleva más de un año y ya te dijeron que no te comprarán ningún reportaje!!!” La sentencia de un amigo en el bar de la esquina caló hondo en mi conciencia. Era la noche anterior a mi salida desde Barcelona y esa pregunta se transformó en una piedrecita cada vez más grande en mi zapato. Yo quería grabar lo que estaba pasando, rodar material para mi documental, mostrar lo que ahí ocurría, pero claro! Nadie estaba dispuesto a publicarlo y si no fuera por twitter, internet, youtube, los blogs y todas esas vainas, no habría podido justificar las razones de este viaje.
En eso estaba, contándole todo a un taxista llamado Mohamed. La primera interacción social con la gente de los países que visito la tengo con ellos, los taxistas. Éste me llevó por 15 dólares desde el aeropuerto de Beirut hasta el barrio de Hamra, donde quedaba el hotel que había reservado.
Es de noche y el recepcionista se parece innegablemente a uno de mis tíos. Tiene rostro de fotografía antigua, con un ligero bigote que se expande por su rostro color mate, seco y bien delineado. Hablamos poco! Sólo conversaba en su lengua. Muy por el contrario del resto de las personas, porque en Beirut se habla tanto inglés como árabe y las libras libanesas se mezclan por igual con los dólares norteamericanos.
Beirut es como una introducción al Medio Oriente “Están vendidos” me cuenta un amigo sirio. “ En Damasco verás el mundo árabe de verdad”, remata.
No sé si tendrá razón, pero lo cierto es que hay más palabras en inglés que en árabe. “Todos se esfuerzan por enviar a sus hijos a escuelas privadas donde aprenden idiomas” Me cuenta una chilena que lleva más de 20 años viviendo ahí:
“Los acomodados hablan francés, casi todos el inglés… y el que no, sólo habla el árabe de los sirios, palestinos, egipcios, jordanos y un par de países más”
Hay un nivel de fiesta interminable, increíble el barrio de Hamra por la noche. Se ven hoteles, restaurantes de primer nivel. La gran mezquita de Beirut, el Downtown y la Plaza de los mártires. Muy por el contrario de lo que podríamos pensar, la ciudad es bastante liberal. Si no fuera por los militares y el armamento pesado que circula, Beirut se asemejaría mucho a varios sitios de Europa o Sudamérica.
Pero esto hace una gran diferencia. Como sabemos, están técnicamente en Guerra con Israel y cualquiera puede ser un espía. Basta con pisar Tel-Aviv para que nunca más puedas volver a entrar. Tampoco puedes grabar libremente por la calle, fue por eso que cada 5 metros me detenía la policía para pedir mis documentos y preguntarme qué rodaba!
Pero bien, llegar a Líbano había sido la primera etapa, uno de los objetivos más plausibles: ahora quedaba lo más difícil. Cómo diablos entrar a un país del que se dice carga con más de 9 mil muertos. Un país que incluso en tiempos de paz solicita visado, mucho más a un periodista!!! Por supuesto yo no tenía documentos para llegar a Siria. La verdad es que -incluso a mí- me resulta extraño explicar cómo fue que entré a la capital aún poblada más antigua del mundo.

7000 EUROS PARA SOBORNOS Y PASAJES

A la fecha son más de 24 mil los desplazados que escaparon de la violencia en Siria. La mayoría fue a Turquía y el Líbano. Ahí, unos 9 mil están en el norte, en Wali Jaled. Otros tantos en el Valle Oriental de la Bekaa. Llegar a los refugiados no es difícil. Tomas un bus en la estación de Kola o Dumma en Beirut. Cada trayecto vale 5 euros y se puede llegar a la gente que escapó. Homs y Aleppo son las ciudades que más caro han pagado por esta guerra y la mayoría de los desplazados viene de ahí. Son árabes nobles y esforzados. Gente inocente, los rostros de este conflicto.
Por eso la pregunta era cómo entrar a Siria. ¿Cómo? ¿Sin visado y con un pasaporte con estampa de periodista para trabajar en Estados Unidos? Al pasar los días atascado en Líbano pensaba ya que mi trabajo se reducía a documentar el drama de los desplazados en la frontera de ambos países. Una cruda realidad, pero más cruda es la que está adentro.
En Wali Jaled todos los días se escuchan disparos, fue aquí dónde murió hace poco un camarógrafo árabe. Líbano y Turquía han acusado a Siria por estos ataques violando la soberanía de aquellos países, pero el problema continúa.
“Mira, tiro una piedra y cae en Siria” me dice José Pedro, un chileno corresponsal que también está trabajando en la frontera. Me muestra fotos de tiroteos y de cómo la gente se peleaba por la comida. Siria está al otro lado de aquellos cercos electrificados. Detrás de ese puesto de control. Pero es imposible! no puedes cruzar sin papeles. Menos con cámaras y micrófonos, es ahí cuando a uno le aumenta la ansiedad.
…y nada! Que dentro de mis gestiones para sortear la frontera logré dar con algunos antecedentes. Tomen nota de lo que me dijeron:
“Necesitas 1000 Euros para que un contrabandista te cruce de forma ilegal. Obvio, otros 1000 para salir. A eso suma 5000 en cash por si debes escapar de forma urgente o si necesitas sobornar a alguien. Un teléfono satelital es básico, para tener contacto con el exterior”. Cada palabra que pronunciaba por teléfono un colega de Madrid me hacía sentir más humillado e irresponsable: ¿teléfono satelital? ¿8000 dólares? ¿yo? Joder! Si apenas tenía pa’ pagar los 30 euros diarios que desembolsaba por compartir habitación en un hotel humilde pero limpio de calle El Cairo en Beirut. “…Ah, es importante que tengas en mano una carta del medio de comunicación que te envía por si te agarran los militares. La situación es muy, muy peligrosa. Arriesgas que te sorprendan ilegal dentro de Siria, sin visado de periodista” con eso me mató.

WITHIN SIRIA

Es justo la hora del ocaso y miro el horizonte afirmado en una pandereta. Estoy en el monte Casium. Los últimos rayos de sol me chocan de frente. Aún no lo creo. Territorio Sirio. Desde lo alto contemplo la grandeza de Damasco, pero aún mis movimientos son nerviosos y quebradizos. Fue mucha tensión, muchas preguntas, muchas mentiras, mucho tiempo y mucha suerte para estar aquí. En el horizonte se ven algunas columnas de humo en los arrabales. Una explosión o balacera en las afueras de la ciudad.
¿Qué cómo entre a Damasco? No puedo contar eso, por resguardar a quienes me ayudaron. Sólo revelaré algunas cosas, lo justo y necesario.
Fue todo muy rápido. Mi cámara de video, los micrófonos y el trípode los tuve que dejar en Beirut. En casa de una periodista chilena que nos invitó a mí y a Jose a comer pan de pascua una tarde cuyo día no recuerdo.
Crucé el borde sólo con mi teléfono celular, un iphone y nada más. Aún así fue difícil. La frontera es terrible, nadie habla, todos están haciendo sus papeles en silencio. Está lleno de hombres armados y otros con bigote y lentes oscuros que no paran de fumar. Hay afiches y propaganda contra Norteamérica e Israel por todas las paredes. La gente parece tener un respeto divino por los funcionarios del gobierno. Hay poca luz y mucho calor. Ni pensar en sacar una cámara. El país está en guerra, sería un tremendo error.
Pasan los minutos, una y otra vez los oficiales revisan mi pasaporte. No lo timbran nunca, entran y salen de una pequeña habitación. Estoy muy nervioso, transpirando, lleno de sudor hasta que ufff! Ya está, soy el invitado de un funcionario diplomático. Viene el timbre. Estoy dentro del país en guerra. No descubrieron que soy periodista: “Siria, here I come!!!

LOS MUHABARAK, ESPÍAS DEL RÉGIMEN!!!

-“ …me llamo Anwar Farrán, soy venezolano y espero a mi tío que es el cónsul”, mentí!
-“Muéstrame tu teléfono Anwar, quiero ver tu teléfono”
Pasó una eternidad desde que lo cogí del bolsillo hasta que lo entregué a uno de los agentes que me interrogaba tras la manifestación. Grabé durante largo rato a un grupo de partidarios de Bashar al Assad en las afueras de la Mezquita de los Omeyas, en el casco antiguo.
Fue ahí donde me agarraron. En mi móvil tenía todos los registros que hice de esta guerra. Hubiera bastado con que el funcionario camuflado de civil entrara a la carpeta de videos para descubrirme. Ahí aparecía yo, en posición de reportero, haciendo un comentario en video para insertarlo en mi reportaje. Más atrás otras tomas de marchas, casas destruidas, bombazos desde lejos, Pero no! O la suerte seguía estando de mi lado o este tipo era un completo analfabeto digital. Miró el teléfono con cara de saber cómo funciona, lo recorrió durante 30 segundos, lo mantuvo junto a él, luego ojeó a otro funcionario, éste movió la cabeza en señal negativa y el tipo me dejó ir con el aparato.
Aquí voy a ser duro con la inteligencia siria, pero la veo de lo más vulnerable. Primero, nadie se fijo que mi visa para USA es tipo M, lo que indica que soy periodista. Segundo, me ves con un móvil, lo tienes en tus manos y no descubres que hay dentro de él.
Pero bueno, al menos no me arrepiento. Espías como ellos son moneda corriente por estos días en Siria. Hay más agentes de civil que uniformados y eso fue un gran dolor de cabeza para mí. Sentí que me perseguían en todo momento. Tal vez siempre sospecharon, desde la frontera, que yo era periodista. No sé, fue ahí cuando se complicó todo.
Esa mañana partí a la embajada de Chile en Siria, para comunicarle al cuerpo diplomático que me encontraba ahí. Que era periodista y que estaba sin visado. Por su parte Jose Pedro, que entramos juntos a Damasco, ya había logrado vender un primer reportaje a Santiago. Ese, a la postre, sería un error.

EN AUTO DIPLOMÁTICO

Cuando le dije al agente sirio que yo era venezolano, no fue por pura coincidencia. Estando en Beirut me di cuenta del enorme aprecio que sienten por Hugo Chá Fëz! Como llaman al mandatario. Venezuela es un país amigo y claro, con esas me traté de excusar. De él no hay muchas fotos, del que sí: Bashar y su padre! Es realmente increíble el culto a la personalidad que mantiene la dinastía. En la peluquería, en los almacenes, en los puestos donde venden dulces y en las mesas donde sirven comida. Siempre está su foto. En parte por miedo, en parte por adhesión.
Desde el norte llegan noticias, 9 personas han muerto. En Idlib hay enfrentamientos, en Deraa se informa lo mismo, en Damasco rumores sobre posibles atentados. Los últimos en el barrio de Al Midán y Kafar Souseh, han dejado más de 80 muertos.
Terminaba de redactar estos datos en una de mis libretas cuando un auto diplomático llegó hasta el lugar donde nos hospedábamos Jose y yo. Era el mismísimo embajador con una carta oficial que solicitaba la inmediata salida del país ante nuestra inminente detención por parte de los servicios de inteligencia bajo cargo de ejercer el periodismo sin los papeles y visados correspondientes.
Aparentemente el departamento de comunicaciones de la embajada de Siria en Chile había visto el reportaje que despachó Jose para Canal 13 de Santiago y alertaron la presencia de periodistas en Siria sin la debida documentación. La embajada dispuso de un vehículo para abandonar Damasco a la mañana siguiente.
Decidí quedarme, Jose optó por partir. La embajada me endosó la responsabilidad y yo asumí las consecuencias. Tomé precauciones, me cambié de lugar y cada día salía con una camisa y a la vuelta de la esquina me ponía otra. Tal vez eran pendejadas de mi parte, pero me hacía sentir más en el contexto de lo que estaba haciendo. Seguí almacenando material, grabando testimonios y situaciones que tal vez mis hijos lleguen a leer tiempo después en algún libro de historia, hasta que llegó la hora de salir. Coincidió con la oferta de un editor de Santiago que me recomendó abandonar el país y de hacerlo me compraría uno que otro reportaje cuando estuviera en Beirut. Así fue, esta vez volví a camuflarme en auto diplomático y es que estos no los pueden revisar, tampoco les puedo contar quien me sacó. Sólo puedo decir que esta vez tuve mucha suerte, suerte que por estos días no corre el pueblo de Siria.

… EN BARCELONA

La vuelta fue una semana después de acontecidos los últimos sucesos que narré y sí! Fue igual de terrible que la ida. Me acaban de llegar los depósitos de los reportajes que vendí. Al final quedé con menos 73 Euros pero gané una tremenda experiencia periodística y de vida. Es una tierra mística y antigua, con un enorme potencial.Pero este conflicto la está aniquilando. Aprovecho que estoy fuera del país para decirlo y es ésta una de las principales razones por las cuales creo en lo que escribo a continuación.
Siria necesita democracia y la dinastía de los Assad carga ya con muchos muertos para seguir en el poder. No sólo en este conflicto que estalló el 2011, sino que por toda una historia de crímenes de estado y falta de libertades. Recordar la matanza de Hama, en 1982, que fue llevada a cabo por el padre de Bashar, Hafez al Assad, y que costó la vida a más de 30 mil personas que también demandaban reformas. Es decir, el tema en Siria no es nuevo.
Si sumamos los casi 10 mil muertos que informa la ONU en el último año la cifra se convierte en algo monstruoso y con datos objeticos convierte a los Assad en los gobernantes que han cometido las mayores atrocidades contra su propio pueblo, y un tirano que prefiere ver cómo su gente se desangra a balazos y atentados en vez de siquiera discutir la idea de dejar el poder, en mi opinión, no merece seguir gobernando.
Seguirán los enfrentamientos? Eso no lo sé, lo único que sé es que si ocurren, quiero estar ahí nuevamente para reportearlo.